En nuestra sesión de ayer del Ciclo de Conferencias, con 29 participantes, “Altiplano Unido por el Agua”, se habló sobre “El agua que alimenta la vida: aplicar el ciclo del agua en el sector agrario para quedarnos”.
Como ponentes tuvimos a Joan Corominas, Ingeniero Agrónomo, Fundación Nueva Cultura del Agua, y a Pedro Castillo, Ingeniero Técnico Agrícola, AGAPRO.
Joan Corominas inició la sesión con una ponencia sobre “Agua y territorio. Una reflexión sobre la sostenibilidad”. En ella explicó que, hasta ahora, gran parte de la población no ha podido manifestar su opinión, cuando la participación pública debe ser un pilar fundamental. Esto ha provocado un desequilibrio en la toma de decisiones condicionada por determinados intereses sobre todo de regantes e hidroeléctricos, que aun siendo legítimos, han ido dirigiendo la política pública de agua hacia el viejo objetivo de cubrir las demandas, por lo que “no se ha producido un cambio en la gestión del agua encaminada a conseguir los objetivos ambientales de la DMA, compatible con la atención a las necesidades de recursos hídricos para el conjunto de la sociedad, que resulten sostenibles”.
Joan habló sobre los embalses construidos tanto durante la dictadura como después: muchísimos (alrededor de 700 desde los años 40). Es además una política sostenida apoyada por el sector agrario y por los distintos gobiernos que han ido pasando (el ritmo de construcción de los embalses se ha mantenido más o menos constante –entre 10 y15 por década– también durante la democracia hasta el año 2000).
“La alta regulación en embalses deja a nuestros ríos secos”, afirmó Corominas, dejando a los ríos en la mitad de su caudal en los años húmedos y aún mucho menos en los años normales o secos. El regadío ocupa un 34% de la superficie cultivada, pero genera cerca del 75% de empleo. “Estamos llevando al límite la sostenibilidad de los ríos.” También el uso de pesticidas ha degradado nuestro río y no hay regulación para frenar esa contaminación, como por ejemplo mediante tasas: “el principio de quien contamina paga no se está cumpliendo”, afirmó.
Ahora tenemos un nuevo escenario: el cambio climático. La disminución de la precipitación prevista para los próximos años, supone que los ríos disminuirán mucho el caudal que transportan. Al mismo tiempo, los cultivos necesitarán más agua. Los cultivos leñosos sufrirán un impacto importante. Todo esto nos obligará a cambios en la gestión del agua y la gestión de la agricultura. Será necesario cambiar el patrón de cultivos de regadío.
Terminó hablando sobre la PAC y mostró unos mapas de WWF en los que se muestra que donde hay más pagos de la PAC hay más contaminación por nitratos y sobreexplotación de acuíferos.
Debemos innovar en las actividades tradicionales y las políticas públicas, y en especial la PAC, deben ayudar a nivelar las rentas en el entorno rural.
Los fondos europeos son complicados de tocar, pero estamos en el proceso de revisión y podemos intervenir. Este es el momento, debemos intentar presionar a la comisión para que defiendan otro modelo de la PAC.
Pedro Castillo se ocupó de la segunda parte de la jornada con su exposición sobre “El agua del Altiplano de Granada que alimenta la vida del sector agrario para quedarnos”.
Pedro ha centrado su presentación en nuestro territorio y ha empezado detallando sus peculiaridades, tanto positivas como negativas. También ha hablado de las características de nuestro sector agrario: donde existen regadíos infradotados, agricultores envejecidos y con escasa incorporación de jóvenes y mujeres, o parcelas pequeñas con baja producción agrícola y escasa valoración e imagen positiva de la actividad, entre otras cuestiones. Tenemos un gran potencial para la agricultura ecológica y la implantación de nuevos cultivos y un gran potencial para que los nuevos cultivos tengan una marca del territorio.
Continuó explicando las características negativas del regadío: contaminación difusa por fitosanitarios y fertilizantes, lo que supone un descenso de la biodiversidad y modificación de los hábitats y afección a las aguas subterráneas.
Cuando enumeró los distintos tipos de regadíos del Altiplano, comentó, desde la existencia de grandes empresas que vienen de fuera a la presencia de regadíos tradicionales. Afirmó, sin embargo, que los regadíos tradicionales, pese a su gran patrimonio hidráulico y paisajístico, están en algunos casos infradotados y tienden al abandono porque, a pesar de la fertilidad de las vegas donde se implantan, no tienen dotación suficiente del agua, lo que genera conflictos entre los propios regantes, y en algunos casos se han visto obligados a modernizarse para optimizar el uso del agua, abandonando las acequias tradicionales.
Pedro nos ha explicado también los planes que se han llevado a cabo en nuestra zona, que no han terminado de desarrollarse por el inadecuado planteamiento técnico que se hizo sin considerar el impacto ambiental y que ha dado resultados poco satisfactorios. El canal de Huéscar, a su llegada a Galera y a Orce, que está totalmente inutilizado, por ejemplo, siendo las infraestructuras realizadas finalmente utilizadas por los regantes de fuera del territorio.
El Primer Plan Hidrológico del Guadalquivir contemplaba el desarrollo de los regadíos con regulación, pero no se hicieron las obras necesarias. Con el siguiente perdimos el control sobre nuestros recursos.
Ahora que estamos en el tercer ciclo debemos observar bien el enfoque y las propuestas de los EPTIs. “Desde el sector agrario creemos que no podemos privar al manantial de las Siete Fuentes de sus recursos históricos. Supone destruir el ecosistema asociado.”
Nuestra próxima cita: el próximo martes 16 con la conferencia “El agua que te da la vida no crece del grifo” y las intervenciones de Luis Babiano, Gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Agua (AEOPAS), Nuria Hernández- Mora, Fundación Nueva Cultura del Agua, y Ales Hernández Lizárraga, Técnico de proyectos de depuración extensiva.